Cuando la opinión de los demás interfiere en la terapia

Cuando la opinión de los demás interfiere en la terapia

A lo largo del tiempo que llevo trabajando como psicólogo, he acompañado a muchas personas en procesos profundamente valientes. La terapia no es fácil. Requiere compromiso, apertura, tiempo, y muchas veces implica mirar partes de nosotros que hemos aprendido a esconder. Es un proceso íntimo, personal, y absolutamente único. Sin embargo, a menudo veo cómo ese camino interno se ve interferido por algo externo: la opinión de los demás.

He tenido pacientes que llegan a sesión tristes, desmotivados o frustrados, no porque sientan que no están avanzando, sino porque alguien en su entorno les ha dicho algo como: “¿pero no estabas yendo al psicólogo?” o “yo te veo igual”. Y ese comentario, aunque aparentemente inocente o incluso bienintencionado, puede hacer mucho daño. Porque no tiene en cuenta el contexto, el esfuerzo ni el avance que esa persona ha logrado. Porque juzga desde fuera lo que solo se entiende desde dentro.

Opiniones que pesan más de lo que deberían

Vivimos en una cultura donde se espera que todo avance sea visible, evidente y, sobre todo, validado por los demás. Como si el crecimiento personal necesitara un aplauso externo para ser legítimo. Y eso es especialmente delicado en los procesos terapéuticos. Porque en terapia, muchos de los avances más importantes no se notan a simple vista. Son internos. Son silenciosos. A veces consisten en, simplemente, haber podido hablar de algo por primera vez. O en haber tomado conciencia de un patrón repetido durante años.

Cuando alguien opina sin saber —cuando se comenta sin conocer el proceso, sin entender la historia detrás, el ritmo de esa persona, el trabajo emocional que implica— se corre el riesgo de sembrar duda, vergüenza, o sensación de fracaso. Y no porque esa opinión tenga más verdad que el proceso, sino porque las personas, como seres sociales que somos, buscamos muchas veces validación externa para confirmar nuestro avance.

Y aquí es donde aparece la trampa: esperar que otros validen tu camino cuando no conocen ni un tramo del recorrido.

¿Y si cambiamos la forma de hablar?

¿Qué pasaría si en lugar de decir “¿no te está funcionando el psicólogo?” dijéramos “ánimo, sigue, lo estás haciendo genial”? ¿Por qué usamos algo tan frágil y difícil como la salud mental como moneda de cambio? ¿Hasta qué punto es bueno opinar, aunque sea con buena intención, sobre algo tan personal?

No se trata de no hablar, ni de no estar presentes para las personas que queremos. Se trata de hablar con cuidado, con conciencia, con responsabilidad emocional. Porque una palabra puede acompañar… o puede herir. Y cuando una persona está en terapia, en pleno proceso de reconstrucción interna, lo que más necesita es apoyo, no juicio.

Lo importante no es lo que ven los demás

Uno de los aprendizajes más grandes que comparto con mis pacientes —y que he vivido en carne propia como paciente— es que el proceso no se mide por lo que los demás ven. Yo también he pasado por momentos en los que un comentario aislado me descolocó. Una frase que me hizo dudar de todo lo que estaba haciendo, que me hizo sentir que no estaba “mejorando lo suficiente”. Y con el tiempo entendí que le estaba dando más valor a esa opinión que a mis propios logros. Estaba ignorando todo lo que sí había avanzado, todo lo que estaba cambiando dentro de mí, solo porque alguien desde fuera no lo notaba.

Y cuando te das cuenta de eso, es maravilloso. Porque recuperás el poder de tu propio proceso. Porque volvés a poner el foco donde realmente importa: en ti, en tu historia, en tu ritmo.

Tu proceso, tus tiempos

La terapia no es una carrera de velocidad. No hay medallas, ni puestos, ni un espectador aplaudiendo cada paso. Hay trabajo interno, a veces lento, a veces caótico, pero profundamente valioso. Y aunque a veces no se vea, se siente. Aunque a veces no se note, transforma.

Por eso, si estás en terapia, si estás en camino, si estás intentando… sigue. No dejes que una mirada externa te haga soltar algo tan importante. No minimices tu esfuerzo por un comentario sin contexto. No pongas en duda todo lo que vienes trabajando solo porque alguien no lo entiende.

Un mensaje para quien necesite escucharlo

Sigue No estás sola/o. Lo estás haciendo mejor de lo que creés. Estás caminando, y eso ya es inmenso. Y si alguna vez te sientes tentado a medir tu proceso por lo que otros opinan, recuerda esto: no necesitan entenderlo para que sea real. No necesitan validarlo para que valga. Tu proceso es tuyo. Y está bien que te tomes tu tiempo.

Confía. Porque avanzar no siempre se nota… pero se siente. Y si hoy estás en ese camino, aunque sea difícil, aunque a veces dudes, aunque no siempre lo vean… estás haciendo algo muy valiente.